Todas las ciudades tienen su propia marca, al igual que los países. Quizás por ello es tan importante conseguir unas olimpiadas o una feria internacional (como Fitur). Suelen aprovechar esos eventos para ofrecer una imagen de modernidad y eficiencia al mundo entero.
Saben que eso les ayuda a conseguir inversión extranjera, además de que su producto cotice más caro en el exterior.
Hay otro tipo de marca que va más ligada a los productos originarios de la ciudad o región de turno, gestión aparte. La tiene Galicia con el marisco, o Francia con sus lácteos.
¿Pero qué es la marca Madrid cuando hablamos de baile?
Para empezar, sería muy complicado desligarla totalmente de la marca España. Tanto Delfín Alcolea como Daniel Maiorano hablan de España como la impulsora de la bachata sensual.
Yo no creo que por todo el mundo sepan bien dónde está Sevilla (por ejemplo). Así que a nivel de artistas, igual es complicado que haya una marca Madrid como tal.
Se podría intentar ser como Milán, ciudad con fama de albergar a los grandes de la salsa, pero hoy por hoy ¿vendría alguien a Madrid con el objeto de alcanzar su mejor nivel?
Yo diría que son los eventos y las salas lo que podría hacer que Madrid se viese como un Las Vegas del SBK. Ahí sí que veo que alguien puede coger un avión para venirse aquí todo un fin de semana a recorrer sesiones: Pincel, Bongos, El AlmaZén, Sandunga, Azúcar, Tropical House…
Aunque lo normal será que venga a un congreso de alto nivel. Y aunque los pequeños también aportan, creo que son los grandes los que más ruido pueden hacer, aunque sólo sea por los artistas que pueden traer.
Madrid es, salsa aparte, una ciudad impresionante, y te das cuenta de ello según el avión se acerca a Barajas. Ofrece tantas posibilidades, que se puede venir a bailar y decidir quedarse unos días más. Tiene historia, arte, paisaje urbano…
No se me ocurre una forma mejor de hacer crecer la marca Madrid (SBK), que cuidando los grandes congresos de la misma forma en que se ha hecho con Madrid Sur Latin Festival la semana pasada.
Según llegué el viernes por la noche al hotel, ya se respiraba ambiente de gran evento: Merchandising, artistas de renombre internacional por los pasillos, conocidos de Madrid en la sala principal…
Con algún show de altísima calidad, y un social plagado de buenos bailadores (que por lo que vi en vídeos, mantuvo su aforo también el sábado), seguro que muchos volveremos en años venideros, tanto madrileños como todo el mundo (de eso va este relato).
Además, los grandes congresos tienen algo especial para mí. No conozco nada que iguale lo que se siente cuando vas por los mencionados pasillos de un hotel viendo bailadores entrando y salir de las salas, o entrar y salir de los ascensores vestidos de congreso.
Siendo conscientes de que cada éxito contribuye a ponérselo más fácil al que viene detrás, no queda otra que quitarse el sombrero y seguir apoyando a todo el que arranque proyectos de este tipo, de forma que piense en el global además de en el particular.