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Marta Rodríguez

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Relato escrito el 18 de abril de 2018.

Mi primer contacto con la salsa, fue en un centro cultural por mi barrio, en 1999. Me apunté con mi madre 🙂   eran bailes latinos en general, incluían merengue, chachachá, etc. Iban cambiando de género cada mes.

Como me gustó, en 2000-2001 me regaló un bono de clases de salsa en una escuela de renombre que estaba en la calle Génova (ahora está por Quevedo). Me encantó la experiencia, mucho más seria y profesional.

Mi primer profesor (en esta segunda escuela) fue Michel. Estuve 3 meses haciendo salsa en línea con él. Posteriormente, la clase la tomaron Mila y otro profesor que se llamaba Sandro. Con ellos estuve otro año y medio, también haciendo línea.

Un compañero de la escuela y yo, nos animamos a impartir clases en la Facultad de Telecomunicaciones de la Universidad Complutense.

Nos dejaron darlas en el gimnasio, que se utilizaba como salón de actos, y cobrábamos 3 euros por clase a cada alumno. Enseñábamos la figura que habíamos aprendido el día anterior en la escuela.

En 2001, conocí Caché cubano, por la calle Orense. Era bastante grande, y ponían bailes de salón.

Seguí bailando mucho durante 2-3 años, como hasta 2004, siempre línea (en escuela). y luego iba a Cats los domingos. De hecho, mi compañero ganó un concurso de rueda allí con su grupo.

Yo por mi parte, participé, con otro compañero de escuela, en un concurso de salsa que hicieron también en Cats. todo el mundo bailó línea menos nosotros, que hicimos cubana.

Por aquel entonces, en Cats sólo se bailaba de la barra para adentro, por fuera estaba lleno de mesas.

Esos años estuve muy metida en el mundo-salsa. No paraba, bailaba todos los días de la semana excepto los viernes. Los lunes en escuela, los martes en Ramdall, miércoles impartiendo clases en teleco, jueves en Bogaloo (San Fernando de Henares), sábados por el cento (en Tropical House de Plaza de España, Azúcar de Reina Cristina, El Son…), y domingos Cats.

Tropical House no me gustaba nada, había un montón de mesitas en las que la gente tomaba copas, pero la pista era muy pequeña, y la mayor parte de la música eran bailes de salón. La salsa era escasa.

De esa etapa, destacaría Bogaloo. Los jueves hacían talleres y luego social. De largo, era el que más me gustaba. tenía un ambiente súper distendido. Iba casi sin dormir a la universidad los viernes. es la emoción de los primeros años bailando.

Recuerdo que en la fiesta de fin de curso de teleco de 2004, hicimos una rueda cubana. faltaban chicos y me pidieron que participara haciendo de chico 🙂

Se hacían esos eventos para sacar dinero para el viaje de fin de curso. Pagaban 5 euros por varios espectáculos.

Ese año también, estuve en un congreso de salsa en valencia. No volvería a congresos hasta más de una década después.

En 2006, el viaje de fin de curso de mi carrera, fuimos a Cuba. Allí vi otro tipo de salsa, de música, de gente… bailaban estos ritmos latinos de una forma totalmente diferente a lo que había visto aquí en España.

En Cuba el ambiente era excepcional, música por todas partes… no hacían figuras, era todo ritmo corporal, movimientos. me gustó muchísimo. Cuando volví a España, no encontré eso en ningún sitio, por lo que me desilusioné mucho y dejé un poco la salsa durante 2 años.

En 2008 lo retomé en Bélgica. estuve allí viviendo un año y lo eché de menos. Me apunté a clase con unos profesores belgas que no tenían nada de estilo. Daban las clases en un bar pequeño cerca de donde vivía.

De vuelta a España, no volví a bailar hasta 2011. Sería en 2012 cuando me apunté a una escuela por La guindalera. Otra vez, línea… ya en un nivel más avanzado (me tiré a la piscina).

Estuve un año con una profesora llamada Nuria con la que hicimos una coreografía a final de curso. Ese año aprendí mucho, ella era muy exigente, tuve que bailar con tacones. Ese año iba a Azúcar de Reina Cristina, que igual ya abría en paralelo con el actual de Atocha.

Los dos siguientes años, seguí en esa escuela haciendo tango con Luis Pablo y afro-rumba con Javier. No toqué casi la salsa (sólo un intensivo con Javier), y casi no salí a bailar.

Hice kizomba 2012-2013 en un pub llamado Savoy club, por Quevedo. No me gustó la experiencia, me aburrió aprender desde cero.

Mi siguiente etapa en la salsa vino ya en 2015, misma escuela y Bea de profesora.

El resto, pertenece ya a la historia reciente de los grandes grupos, salidas a Pincel, etc.

Creo que cuando empiezas a bailar, lo coges con muchas ganas. En mi caso, son ya casi 20 años bailando. Tanto tiempo con la misma actividad, me cansa. Así que lo dejas, lo coges

Me sigue gustando la salsa. No como el tercer año, que bailaba a diario, pero me gusta bailar. De hecho, estuve bailando hip-hop (se me daba fatal) hace años, y ahora bailo lindy-hop.

Este último me parece súper divertido, y no te exige tacones ni ese postureo que veo en salsa.

Podría decirte que, cuando empecé a bailar salsa, dejé por completo de beber alcohol. Al tener que girar, me mareaba si bebía.

Recomiendo a todo el mundo que baile salsa o cualquier otro baile que le guste.

A lo largo de estos casi 20 años, he visto una diferencia de actitud en la gente que va a las discotecas. hace 15 años, la gente iba a disfrutar, bailaba bien o mal… se hacía un 70, un dile que no, un paseala… cosas muy sencillas, y se lo pasaban muy bien. Era un ambiente de diversión.

Desde hace unos 5 años, con la llegada de la bachata sensual, y la explosión de la línea, la gente va a posturear, a lucirse, cada vez con modelitos con menos ropa, porque hay chicas que van en sujetador y con unas minifaldas que…

Así no se puede bailar salsa. Tienes que bailar cómoda, en zapatos planos, y disfrutar, que es de lo que se trata. Hoy en día, la salsa como la conocí yo en cuba, se ha perdido completamente.

Ahora parece que se dediquen a enseñar piernas, a ver quién sube más la mano para arriba, y los chicos con unos escotes que les llegan por la cintura. Me parece que no es el auténtico estilo cubano de hace 20 años.

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