Somos muchos los que hemos bailado, o visto bailar, una rueda cantada por Damián. Inconfundible con su coleta y sus zapatos de baile, lleva años fomentando la afición por esta modalidad de baile en Madrid: La rueda de casino.

Yo tengo en mi retina un par de ellas de las que participé en Parche, pero ha sido hace poco en una sesión de salsa vieja, donde he podido conocerle personalmente y acordar llevar a cabo este relato.

La verdad es que me sorprendió muy gratamente escuchar que, junto con Nina (su pareja) regentaban una escuela de baile (Dame 2 Salsa) en la que se impartían clases de rueda cubana (rueda de casino) en 8 niveles diferentes.

Desde que arranqué el blog, he escrito varias veces de lo mucho que cuestiono el hecho de que la rueda cubana se vea como algo en lo cualquiera puede participar sin saber si tienen nivel para ello (no todas son para principiantes), de que se vea como un agregado al final de las clases de salsa en pareja, como una atracción en la que todo el público de una sesión puede participar.

Pienso que no requiere la técnica de una coreografía de salsa en línea, pero (y en el vídeo se muestra algo) bien hecha, con la velocidad y complejidad de figuras adecuadas, una rueda bien planteada necesita trabajo e implicación por parte de su equipo.

De hecho, una de las cosas que más le molestan a Damián, es que la gente se apunte a sus clases buscando ligar (que entiende que se puede dar de forma espontánea como una extensión de bailar), lo que demuestra que se toma en serio esto de la rueda.

De mi visita a su escuela, me gustó poder ver dos clases de rueda de dos niveles diferentes, que dicho así parece de cajón, pero que cuando se enseña rueda como un añadido al baile en pareja, los niveles (rueda/pareja) no tienen por qué ir acordes en absoluto, lo cual descompensa la primera modalidad.

Así que poder hablar, enseñar, practicar aspectos de rueda durante una hora con bailadores del mismo nivel, creo que potencia muchísimo las capacidades de estos, y de alguna forma, les sube de nivel.

Durante el paseo que dimos de su escuela a un bar cercano (por motivos logísticos), Nina y Damián no comparten el hecho de que casino y salsa cubana sean sinónimos.

Para ellos, una vez que el casino (en pareja o en rueda) sale de Cuba hacia el resto del mundo, en Miami (por ejemplo) evoluciona tanto como para ser un estilo de baile propio y llamarse salsa.

Con todo, tampoco son partidarios de etiquetar el arte, y sí de dejar que la gente lo desarrolle y disfrute de ello aprendiendo cuantos más estilos mejor.

No comparten la idea de poner límites ni barreras a las cosas, y mucho menos de politizar el baile, o de hacer que unas voces cobren más importancia que otras. Como antropóloga que es Nina, les gusta verlo como algo más anárquico en lo que todos podemos aportar, opinar, innovar.

Yo creo que si entre todos podemos hacer que la gente se meta de lleno en el mundo-rueda, cada vez se podrán hacer cosas más complejas, con mayor nivel. El nivel de baile que se ha adquirido en Madrid para otras modalidades como la línea, pienso que ha venido dado por el gran número de bailadores que han acogido.

Se trata de llegar a tener en Madrid una base amplia de gente bailando rueda con gran nivel (aun respetando que haya otras más populares), y ruedas más o menos constantes (sin sobrecargar) en discotecas donde la gente mire con admiración.

No sé si sería posible hacer sesiones más o menos regulares (aunque fuesen mensuales) con cierto tamaño y con una presencia fuerte en rueda cubana.

Pero para llegar a ese punto, hace falta que iniciativas como Dame 2 Salsa tomen visibilidad y apoyo de, cuanto más público mejor.