Hará ya un tiempo, vi un vídeo de un bailarín que habiendo ganado premios internacionales, decía algo así como: Humildad señores, que cuando salimos del hotel del congreso, cogemos un taxi y el conductor no sabe ni quién somos.

Me acordé de ello hace unos meses en un congreso. Estaba un profesor subido en una tarimilla hablando, y cuando le pregunté si era fulanito, me vaciló diciendo: Sí… para al momento y en plan guay decir: Soy menganito.

Y precisamente este no era de lo más florido del panorama salsero. Aun así, ¿de verdad hay alguien que piense que le tenemos que conocer todos? Porque probablemente a partir de ahí se derive una actitud que sólo le reste puntos.

El caso es que luego fuera de escena me saludó y me pareció más normal, pero aún así me quedé con ganas de decirle: ¿Si a la salida cuando pares un taxi, sólo te subes en él si el conductor te conoce como bailarín, cuántos años tardas en volver a tu casa?

Desconozco si los seres humanos tenemos un gen que nos hace ser más presumidos de la cuenta cuando estamos en un entorno en el que somos (o nos creemos) algo. Igual de ahí viene el dicho: Si quieres conocer a fulanito, dale un carguito (refiriéndose a hacer jefe a alguien).

De hecho, creo que se nos olvida que, salvo problema de autoestima del que idealiza, somos bastante más valorados cuando somos humildes.

Pero esto no va sólo de profesores. Hace también unos meses, en un hilo en FBook varios melómanos (DJs) hablaban de los que entendemos menos de música que ellos, y me di cuenta de que todo el que se siente mejor que los demás en algo, es susceptible de caer en la prepotencia.

Eran comentarios al respecto de que los bailadores no entendemos de salsa. Y no es lo que decían (que a sus ojos será verdad), si no cómo lo decían.

Creo que si tuviese que opinar en público acerca de cómo bailan los que no han ido a escuelas, cuidaría mucho las formas. Será que recogiendo relatos de terceros estoy viendo lo mucho que me queda por aprender.

Aunque lo de hace unos días ha sido ya de Nobel. A colación de un taller muy cuestionado impartido por dos personas sin mucha experiencia (parece ser), he leído en redes opiniones de simples bailadores que, por cómo hablaban, parecería que tienen un doctorado en baile.

Es esa actitud prepotente que pierde toda la razón que pudiera llevar. Comentarios del pelo: Por lo que dices, veo que tienes que seguir aprendiendo…

Tengan o no razón al opinar de algunos profesores, me pregunto qué les lleva a hacerlo de esa forma. En este país no cabe un cuñado más con tanta sabiduría. Tremendo.

Leía también hace poco de un bailarín algo así como: Humildad, que no salvamos vidas. Qué comentario más acertado. Yo no digo que alguien no deba sentirse bailarín, melómano, bailador, opinante… pero humildad señores, humildad.