Cuando empezamos a bailar, pasamos de no saber «contar», a hacer figuras de nivel medio en apenas un par de años.
Si en ese tiempo has ido a congresos, clases en discotecas, etc., el crecimiento habrá sido exponencial, entre otras por la ilusión que le has puesto al asunto (ya he hablado de ello).
Ahora bien, ¿hasta dónde puedes seguir creciendo como bailarín por más talleres que hagas o por más que pises pista?
Ya he comentado alguna vez, que por mucho que entrenes, jamás vas a tener el nivel de Ronaldo o Messi jugando al fútbol. En la salsa, como en todo, hay un factor «tener talento» que aplica desde el minuto cero. Probablemente un buen profesor lo vea en el momento en el que empieza a darte clase. A nosotros, parece que nos cuesta más aceptarlo.
Es más, yo diría que con el tiempo (a largo plazo) algunos van a menos. Una vez pasado el subidón inicial que te lleva a bailar de jueves a domingo, cuando ya no quieres aprender una figura nueva todos los días… cuando de alguna forma, deja de ser un poco un reto, bajas la intensidad y la perfección de tu baile.
Llega el momento de disfrutar en pista con lo que tienes sin querer mejorar demasiado, y de seguir yendo a clase como una forma de reciclarte y de hacer la actividad que te gusta, pero para nada buscando mejorar, porque si no, puede que hasta lo dejes por no poder seguir creciendo.
Quizás es por eso que me he «jartado» a decir, que no es necesario que tu profesor sea un súper-star… que si lo es, mejor, porque te va a poder enseñar auténticas maravillas, pero en tu fase inicial, probablemente no las vas a poder implementar correctamente, y en tu segunda fase, igual no le vas a dar un valor especial (depende del alumno). Con esto no digo que sea indiferente la calidad del profesor.
Con todo, seguiremos viendo cada fin de semana como algunas personas bailan como si estuviesen compitiendo para el campeonato mundial… sus razones tendrán.
Además, cuando tienes un nivel medio (o medio-alto… para lo que ves por ahí en pista), cada escalón que subes te cuesta muchísimo, y no siempre compensa.
Recuerdo que hace unos años me hicieron una prueba de nivel en una escuela de idiomas, y el profesor me dijo: «Tienes nivel para hablar, entender… puedes trabajar y viajar sin problemas, así que el esfuerzo que vas a tener que hacer para tener un nivel pseuo-bilingüe va a ser tal, que la experiencia me dice que la mayoría de la gente no lo hace».
Creo que con la salsa pasa lo mismo: cuando ya puedes bailar con casi cualquier chica, entras en una autocomplacencia que hace que el ratio esfuerzo-beneficio, compense sólo a gente capaz de bailar con mucho nivel.
Aparte, la edad va pasando factura… sí… dentro de unos años miraremos atrás y veremos que hay ciertos movimientos (figuras, estilo), que ni de coña volveremos a hacer como cuando teníamos treinta y tantos.
En cualquier caso, la reflexión de hoy va más referida a esa creencia que se tiene de que ir a clase mil días a la semana, y con los mejores profesores del mundo, nos va a convertir en unos super-dancers.
Mi experiencia me dice que eso no es así. mejoraremos, haremos figuras más chulas y con algo más de estilo… pero todos tenemos un tope como bailarines, y no creo que haya que frustrarse por ello.