No cabe duda que el público es lo que va a dictar lo que se demanda de un profesor, aun así, hay una serie de elementos comunes que no pueden fallar si se quiere retener al alumno en clase.
Emilio Duró, uno de los más famosos coachers de España, en su famosa charla Ilusión y optimismo, dice que cuando somos niños, en función de lo bien que nos caiga el profesor, de lo amenas que haga sus clases, aprenderemos más o menos en la materia que esté impartiendo.
Personalmente creo que el razonamiento es del todo acertado, y que aplica a todos los ámbitos de la vida: colegio, universidad, fitness, y por supuesto, salsa.
Y aunque creo que es válido para todos los niveles, se hace esencial en el de iniciación. A una persona que llega a una escuela y todavía no sabe lo que es un 70, si le sale un tío borde hablándole con mal tono, lo más fácil es que consiga que deje de ir a clase.
Por el contrario, una persona con menos habilidades para el baile, puede llegar a tener un nivel medio si se encuentra en un entorno confortable que le motive a ir a clase.

Además, no todos los alumnos quieren recibir la misma atención, no todos están cómodos cuando se les corrige en exceso. Por el contrario, los hay que lo agradecen y estarían dispuestos a tener un profesor particular a precio de escuela, y en ese aspecto el profesor tiene que ser capaz de ver cómo son sus alumnos.
Quizás en una clase no se consigue, pero en pocas semanas, si es observador, no debería tener problema.
Recuerdo que cuando empecé a bailar, tuve esa cara y esa cruz de la moneda. En una escuela pequeña de barrio a la que iba entre semana, el profesor era un cactus, y muchas veces tenía la impresión de estar más presionado que en mi propio trabajo. En pocas semanas terminé cambiando y así conocí la escuela en la que más he aprendido como bailarín.
En esa misma época, conocí los intensivos de uno de los profesores de salsa más famosos de Madrid, no por su talento como bailarín, si no por su capacidad como relaciones públicas.
Recuerdo que después de estar 4 horas en un gimnasio aprendiendo figuritas, nos llevaba a todos por ahí de picoteo y reservaba una mesa en Ramdall, Azúcar, o Tropical House, y por supuesto era una forma fantástica de pasar el sábado entero. de esa forma, conseguía que volvieses fijo.
Por si fuera poco, se preocupaba mucho el presentarte chicas, y no sólo a las que habían ido al intensivo, si no a otras que había en el local y que ya conocía. Realmente hacía que te sintieses cómodo.
Como he dicho en unos cuantos artículos, al final el talento va saliendo (hasta donde se tiene). Si bien es cierto que un buen profesor tiene que tener una capacidad didáctica importante. En mi opinión, un excelente bailarín, no tiene por qué ser un buen profesor, y viceversa, especialmente en niveles de iniciación y medio.
Es en los niveles avanzados donde se requiere que el profesor tenga un gran talento para retener a sus alumnos. Y aun así, sin un ambiente agradable, la clase se irá vaciando sin más remedio.
A partir de cierto nivel, no vale sólo con ser educado y carismático. Hay un punto en el que para mantener viva una clase con gente de nivel, el profesor tiene que ser muy bueno. Y aquí no estoy hablando de hacer figuras largas y enrevesadas, si no de otro tipo de cuestiones que diferencian a un bailarín brillante de un malabarista de semáforos entre timbales.
Busca algún vídeo de un profesor o profesora con renombre en el circuito te dará una visión de lo que es tener estilo. Luego llegarás hasta donde puedas, pero en ese sentido, un buen espejo no tiene precio.
Cabe destacar, que los mejores entrenadores de fútbol, como Simeone, tienen un componente psicólogo que son los que les diferencian sobre el resto. Su cometido va más allá de definir una técnica de juego, están donde están porque sacan lo mejor de sus futbolistas.
La superación personal que consiguen de ellos, la generosidad para con el equipo, la entrega… actitudes que no todo el mundo es capaz de despertar en niveles tan profesionales.
Hay otro punto que veo común a todos los niveles, y es que las figuras que se enseñan sean aplicables en pista. No vale con inventare una secuencia cualquiera con la que salir del paso. El buen profesor debería preguntarse: ¿Me gustaría a mí hacer esto en pista? ¿lo entendería una chica que no ha venido a mis clases? ¿es vistosa?

Una de mis experiencias más frustrantes fue un curso de salsa avanzado en el que terminé llegando coger a la chica casi como si estuviésemos haciendo un brindis de novios.
Es muy decepcionante para alguien estar aprendiendo algo que sabes perfectamente que no vas a utilizar.
En otras palabras, bailar salsa va mucho más lejos que inventar una secuencia de movimientos al ritmo del 1 2 3, 5 6 7. Y repito, tener un nivel avanzado de salsa no significa hacer figuras largas y enrevesadas.
Luego están también, las figuras pseudo-imposibles, que aun siendo preciosas en pista, sólo las vas a poder hacer con chicas de mucho nivel y que las hayan ensayado.
Paciencia, educación, talante, carisma… todas esas virtudes van a acompañar a un profesor, esté o no tratando con futuros bailarines profesionales. Y aunque sea más importante para la gente que ve la salsa como un hobbie, también lo es para los que quieren perfeccionar.
Multitud de estudios demuestran que cuando el ser humano se siente en peligro, su capacidad de aprendizaje se reduce a mínimos, ya que está más preocupado de defenderse que de aprender desde la confianza.
Y en esto, sí que me valen como ejemplo los congresos y discotecas (no en otras cosas). Mi experiencia me ha hecho ver cómo, la mayoría de profesores sacan la mejor de sus sonrisas cuando dan un taller en ellos.
Igualmente, según muchos estudios, la motivación en empresas también viene dada por la mejora que el profesional ve en sí mismo, ya sea por ser promocionado o por una auto-percepción de progreso en su trabajo. Creo que también aplica a la salsa en niveles avanzados.

En cualquier caso, ya sea en niveles de iniciación o en nivel superman, cada escuela, cada grupo humano, demanda un tipo de clase.
No nos olvidemos de que para mucha gente, la salsa es una after-work, un hobbie, una forma de conocer gente, de disfrutar de su tiempo libre, y no todo el mundo quiere llegar a ser una súper estrella de las pistas, ni siquiera a ser una estrellita.
Así que, lo que más va a valorar un alumno, cliente, o como se le quiera llamar, es que se le esté dando lo que busca.