La gente no compra cosas materiales, compra sentimientos.

Leí hace poco en un estudio sobre psicología empresarial, que la mayor parte de las decisiones que tomamos, vienen de la parte del cerebro no racional. Es por eso que hay personas que hacen cola durante 8 horas para comprar el Iphone 10, habiendo otras marcas en el mercado que ofrecen similares prestaciones.

Así que en el mercado hay smart-phones con todo tipo de utilidades, pero la gente busca Apple porque se identifica con su forma de entender la tecnología. No lo buscan por lo que vende, si no por lo que es, por lo que significa para ellos, que es la búsqueda constante de cambio y de mejora.

Por poner un segundo ejemplo, hay gente pudiente que compra coches de alta gama para sentirse en el establishment, no por las prestaciones que ofrece el coche en sí.

En el madrid de 2017, para muchos jóvenes, bailar línea significa estar «in«, y el hecho de que su profesor sea un super-star les genera una sensación de pertenencia a algo que les gusta.

En muchos casos, cuando un alumno elige a pop-star de la salsa como profesor, no le está eligiendo por su capacidad como bailarín, si no porque le gusta su forma de entender el mundo-salsa.

Es verdad que hay mucha tontería en todo esto (ya he escrito sobre el tema), y que a la gente le encanta presumir de profesor, pero vayamos al epicentro de la condición humana:

Cuando entras en una clase de un súper-profesor, y te rodeas de gente que va buscando las nuevas tendencias, de alguna forma sientes que perteneces a un sector poblacional que busca estar en la élite del mundo-salsa (o bachata).

Hay mucha gente que lo que compra no es aprender salsa en línea, lo que compra es ir a la escuela de dos súper-profesores. Pertenecer a ese grupo de bailarines, que va más allá de su escuela. Esa idea o sentimiento,  les acompaña en salas y congresos.

Para que esta emoción cale, el alumno tiene que ver que su profesor está en constante evolución, que imparte talleres en congresos, que publica vídeos en Internet, que tiene cierto estilo salsero vistiendo, y que está reconocido socialmente.

A este tipo de bailador (alumno), de poco o nada le vale ir a una escuela de barrio en la que hay buen rollo entre los alumnos, con un juan-sin-nombre como profesor, al que únicamente ven cuando van a clase. Aunque sea el mejor didácticamente hablando para ellos, aunque pueda llevarles a hacer grandes cosas en pista, y además sea un tío (o tía) divertido…

Les va a dar igual. Si no sienten que están en un grupo que evoluciona  con las nuevas tendencias (en todos sus ámbitos), terminarán cambiando de escuela.

Los políticos que marcan época son los que son capaces de ganarse la parte emocional de sus votantes, no los que mejor gestionan los recursos que tienen a su cargo. Esto es, cuando el votante siente aprecio por su forma de pensar, de entender la vida.

De ahí que los líderes progresistas vayan a los mítines con cazadoras juveniles, sin corbata, o que acudan a manifestaciones LGTB. Por lo mismo, los conservadores suelen asistir a los eventos tradicionales de su región, tratando de acercarse visiblemente a las instituciones que más representan a su electorado.

El sentimiento de aprecio se extiende también a otros aspectos del mundo-salsa, por eso hay congresos que triunfan y otros que se ven como un sacacuartos. Pero no quiero alargar demasiado este artículo, porque también empezaríamos a hablar de profesionales del sector que se preocupan más de hacer caja que de dar satisfacción.

Tampoco voy a entrar en la importancia del componente social en otro tipo de público que ve el mundo-salsa con otros ojos, para el que sentirse identificado significa otras cosas.

Insisto en que este artículo va abarca únicamente a lo que opino de una parte de los bailarines de madrid que responde a un perfil muy concreto.