Ayer me enseñaban un video de la estación de esquí de Baqueira, en la que hay una terraza donde gente de pasta se deja lo suyo tomando champagne y escuchando house.
Hoy por hoy, me resulta inimaginable esa misma escena con salsa como música de fondo.
Pero la vida da muchas vueltas, y el ser humano es tremendamente influenciable. Si bien, para que se diese esa escena, a lo mejor habría que cambiar ciertas cosas.
La música electrónica pasó de ser algo tribal, albergando a todos los malotes de España (entre otros), a terminar sonando en los sitios más «in» de cualquier ciudad (Ibiza aparte). Ha transguedido las discotecas para sonar hasta en restaurantes.
No nos confundamos, no tiene nada que ver el bakalao de los 90, con el house de una década posterior. El primero incluía ritmos acelerados, con letras ideales para embaucar a todos los poligoneros del momento, con constantes alusiones a la fiesta.
El segundo, de tener letra, enaltece la felicidad, la paz, el bienestar, y este tipo de tontunas que le encantan a los que tienen el dinero por castigo. Aparte, es más soportable sin extras. Creo que acoge todos los públicos.
Como nota, la última vez que he escuchado bakalao de verdad, ha sido en Tiendas Aurgi cambiando los faros del coche. No me puse a bailar allí mismo por miedo al ridículo.
¿Qué tendría que pasar con la salsa para que fuese aceptada como música de fondo en restaurantes de 60 euros el cubierto, o en una terraza de la Costa del Sol llena de camisas La Martina?
A saber… quizás sería cuestión de potenciar el latin jazz, más acústico y menos alegre que la salsa (ya sé que salsa es todo), menos asociado a hacer figuras y a gozar bailando.
A lo mejor habría que desvincularle la imagen de un latino con traje de colores llamativos, o de un tío con escote hasta la cintura. Igual tendría que salir alguien de Salvame Deluxe haciendo una entrevista con esa música de fondo y tomándose un Martini.
La mayoría de las personas relacionamos un tipo de música con una imagen. Fania records supo leerlo perfectamente y cambió la vieja imagen del sonero cubano, por el estilo setentero del momento.
No sé, si en ese sentido, en España se está enfocando bien el asunto para llegar, también, a un público de pasta. Y no me refiero a que sean ellos los que vayan a salas de baile, si no que sea la salsa la que vaya a sus sitios habituales, como música de ambiente.
