No sé en qué documental vi, que mientras los jóvenes rebeldes de los 60 y 70 pedían sexo, drogas, y rock and roll, los latinos neoyorquinos pedían sexo, drogas y salsa.
Nada que ver con el movimiento SBK actual.
¿Alguien con un mínimo de sentido común se imagina a un salsero setentero de El Bronx haciendo línea en una escuela? (el mambo, o salsa en línea en tiempo 2, ya se bailaba en los 50).
Algo que ha estigmatizado a la salsa desde sus inicios en la gran manzana, ha sido la imagen que Fania records le dio a sus principales artistas. De ello hablo en mi documental Concepto Salsa.
Salsa… ese término paraguas dado a toda la música afro-caribeña, y que nace ya con el pie torcido: Héctor Lavoe, sonero por excelencia, cantante de los cantantes, y politoxicómano.
Ha habido otros soneros con idéntica problemática, basta con indagar en la red.
Y es que antes de expandirse hacia el mundo entero, el género se hace fuerte entre inmigrantes latinoamericanos de barrios desfavorecidos de Nueva York enfadados con la sociedad.
Por si fuera poco, todo esto crece en paralelo con el boom de la cocaína en Estados Unidos, procedente de los carteles colombianos (Medellín, Cali…). desde Hollywood hasta la estatua de la libertad, la metían en carretillas en todo tipo de eventos.
Así que no fue el sonido en sí, que ya existía, si no el momento y localizacón en el que ve la luz. grupos como The doors y la música hippie de aquella época, también fueron de la mano con la droga.
Igualmente, la música electrónica en los 90, maridó perfectamente con el extasis (y con la cocaína… y bueno, con el hachis). Los hippies pasaron a la historia, y los bakalas requerirían otro artículo.
Pero la salsa es diferente. sigue viva, y en concreto en Madrid, está su mejor momento, aunque no tiene nada que ver con lo que fue en su arranque en EEUU.
No quiero decir que en el mundo-salsa en Madrid, no haya droga. Algo habrá, como en todos los ambientes, pero mi impresión es que es poco significativo.
La gente del mundo-baile (SBK) que conozco, bebe cerveza sin alcohol, agua, o como mucho una copa. Chicas que no beben para hacer giros perfectos…
Hay hasta escapadas rurales que organizan algunas escuelas. Es todo tan distinto unas décadas después…
El culmen de todo esto lo vi el miércoles pasado en Zenith, el animador ofreciendo mojitos gratis, y casi que obligó a una RRPP a llevárselo porque nadie en la sala quería.
A este paso, el SBK terminará siendo adoptado por alguna asociación para integrar jóvenes conflictivos en la sociedad.
Veo cierta similitud con el boxeo: de barrios conflictivos, con mafiosos apostando, a deporte de moda entre pijitos.
