Sabor y tecnica La identidad del bailador - Relatos Salseros (iii)

Sabor y técnica: La identidad del bailador

Todos teníamos una forma de bailar genuina antes de pisar una escuela de baile, momento a partir del que quedó de alguna forma, reseteada.

Es entonces cuando empezamos a meter en nuestro baile, movimientos que no emergen de una forma espontánea, si no aprendida, y eso lo cambia todo. Imaginemos lo que sería extrapolar eso a otros campos de la vida.

Sería a finales de los 90 cuando Poli Díaz, El Potro de Vallecas, campeón de Europa en peso ligero por la Unión Europea de Boxeo, decía en una entrevista: No tengo técnica, pero no me tocan la cara como a otros que sí la tienen (técnica), así que prefiero no tenerla.

Huelga decir que el vallecano peleaba de escuela (de gimnasio) y no de calle, y sin entrar a valorar si era tan tajante fruto de su despecho, sí que parecería que hay muchas disciplinas en las que se puede ser bueno sin tener una técnica muy depurada.

Poli perdió al intentar arrebatarle el título mundial a Pernell Whitaker (DEP) en 1991, boxeador mucho más técnico.

Volviendo al baile (salsa), yo soy partidario de trabajar la técnica: Los giros, la posición del cuerpo, tratar de ser suave con la chica, etc. Al final veo satisfactorio hacer las figuras y los pasos libres con ese hacer que te enseñan los profesores (los buenos).

Pero creo que partiendo de nuestro talento innato, la identidad del bailador la marcan los años de escuela aprendiendo técnica, junto a ese sabor que desarrollamos en pista fruto de nuestra propia esencia y de la que adquirimos de otros bailadores (y bailadoras en mi caso).

De esto último, pienso que tan bueno es bailar con chicas que saben, como quedarse mirando parejas buenas desde la barra. Siempre con cuidado de no adoptar de otros, esos dejes que todos tenemos.

Lo que llamo sabor, quizás es lo que más tardamos en adquirir, puede que por vergüenza, por timidez, por sentir que no queda bien mover un poco los hombros cuando todavía tienes pocas figuras.

Craso error bajo mi punto de vista. Que le pregunten a un latino acerca de lo que llaman sabrosura (con o sin figuras). Y ahí, poco pueden hacer ya los profesores.

Hablé algo de esto en Shu-Ha-Ri salsero, pero aquel relato iba más enfocado a crear figuras nosotros mismos, mientras que hoy hablo de la expresión corporal que las acompaña, la forma de implementarlas, el ingenio, el desparpajo, ese toque personal que todos tenemos a la hora de hacer algo.

Cierto también, que a mucha gente le cuesta comprender que los bailes latinos nada tienen que ver con otros como el ballet, en el que no parece que te puedas salir ni un poquito del guión.

Muchas veces es cuestión de tiempo, no hay más que entrar en una sesión de salsa dura y ver cómo se mueve la gente que lleva años bailando, para ver que todos terminamos sacando algo de flow. En  mi caso algo de rumba, pero hay auténticos cracks por ahí.

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