La primera vez que busqué en Internet para empezar al bailar, me vi a mí mismo haciendo figuras un sábado por la noche en una sala de baile, con unos zapatos de vestir y una camisa de las que usaba para tomar copas.
Di por hecho que habría mucho Michael Knight a mi alrededor, y que el ron recorrería la sala de arriba a abajo. En en lo primero acerté.
7 años después, nada tiene que ver el concepto que tengo de ser bailador de salsa en Madrid, con aquella visión de mi futuro que tuve en su día. De hecho, cuando arranqué el blog escribí acerca de la salsa como estilo de vida, pero esto ha ido más allá.
Me pregunto en qué momento empecé a ver normal a la gente de mi entorno vestida con un traje de show salsero para actuar en una sala o en un congreso. Es más, reconozco que me gusta cada día mas toda es parafernalia.
¿Y lo de no beber alcohol? ¿Y salir de casa en zapatillas de deporte un sábado por la noche? ¿Y ver utilizar la palabra competencia en vez de competición?
Es como si poco a poco, fuésemos entrando en un club del que, por momentos se hace difícil siquiera apartarse un poco. ¿Hace cuánto que la palabra Congreso no la relacionáis de primeras, con algo científico o político?
Lo he llamado Club de baile porque, aún siendo SBK donde me muevo, decía una profesora de tango, que los tangueros son los tangueros. Y seguro que en bailes de salón y en swimg, también tienen lo suyo.
Pero llegar a nivel socio premium, creo no está al alcance de cualquiera. Es un poco como en la película El club de la lucha, en la que sólo los integrantes del club comprendían lo que pasaba dentro.
Del estilo de vestir, alguna vez he visto a alguien muy Jet-Set Style en alguna escuela o en algún social y he pensado: A ver cuánto dura… Y efectivamente, al poco he dejado de verle por allí, o ha empezado a ir con otra vestimenta y otra actitud en general.
En El poder de aceptación de la salsa, hablé de cómo en una sala de baile se superaban muchos prejuicios, pero cada ambiente suele tener su propio look (copas, baile, house).
Quizás los reservados con botellas que estoy empezando a ver correr en algunas sesiones, están haciendo el ambiente ser más transversal.
Con todo, aunque hoy por hoy todavía no me veo yendo a la escuela en chándal, creo que todos tenemos más que aceptado el ver a nuestra pareja bailando bachata sensual y kizomba, lo que hubiese sido impensable para muchos hace 7 años.
En cualquier caso, viendo lo gris que es la vida de mucha gente de mi generación, estoy encantado de ser del club del baile. Creo que ahora, entrar a ciertas salas me produce tal estado de emoción, que me costaría mucho volver a los domingos de cine y palomitas.