Hace unos días veía este vídeo que ha dado varias vueltas al mundo, en el que un profesor mostraba las bondades de consolidar la base como bailador para tener calidad, por encima de tener figuras complejas.
Desconozco la cantidad de likes y de comentarios positivos que ha recibido, pero según lo veía, se me estaba viniendo a la cabeza el relato de Jorge Aguirre Saoco, en el que me decía algo como: Tú puedes ver que un grupo necesita más básico, o que cierta música invita simplemente a hacer floreos, pero la gente no aguanta una clase sin figuras.
Y si ya entonces me pregunté cuánto tardaría buena parte de la gente que he conocido en escuelas y salas, en desmotivarse en una clase como la que proponen en el vídeo, ahora me gustaría saber cuántos de los que han hecho like se irían contentos a casa con tales talleres.
Y es que, como dice el refrán: Una cosa es predicar, y otra cosa es vender trigo.
Todavía en una escuela con clases regulares, se podrían plantear todos estos aspectos de una forma más o menos estructurada (hablaré de esto en breve), pero en un taller de discoteca o de congreso, lo veo más inviable
Creo que muchos de los asistentes se mostrarían como Joker, con una sonrisa dibujada en su cara mientras se imaginan incendiando contenedores como muestra de protesta.
Y en pista también hay mucha gente que ante un exceso de floreos, ante la falta de figuras constantes, también tenderían sin duda, a poner la sonrisa de Joker mientras imaginan algo violento (ya hablé de esto).
Por esto último y sin que sirva de excusa, tengo que reconocer que cuando empiezas a bailar, estás como loco por tener figuras suficientes para aguantar una canción entera sin repetir.
De alguna manera, esto vendría a reforzar mi teoría de las pistas de baile que, para algunos se convierten en circos con malabaristas, trapecistas, y gente del espectáculo en general.
Yo creo que por todo esto, coaching estilo al del vídeo sirve únicamente para bailadores dispuestos a crecer, a progresar, a bailar con cierto nivel, a mejorar desde sus cimientos. Por lo tanto, quedan aquí excluidos todos aquellos que ven el baile como algo totalmente lúdico, en el que la técnica está en un segundo y tercer plano.
Y dado lo que gran parte del público que va a escuelas, tiene miras muy diferentes a las de este otro que describo, no tengo claro que muchos profesores vayan a estar dispuestos a que sus alumnos salgan por la puerta buscando otras escuelas en las que divertirse más con menos base.
Personalmente estaría encantado de que el nivel de implicación en el mundo-baile madrileño fuese tan fuerte que todo el mundo quisiese recibir clases de ese tipo, aunque fuese de vez en cuando.
Tampoco me refiero a llegar a ser bailarín, ni obsesionarse con la técnica, simplemente promover bailadores felices haciendo que se sientan bien consigo mismos bailando con cierto nivel.