Contaba Nayara Prudencio en su relato, que lleva desde los 3 años bailando flamenco, pero que entró al mundo del baile latino por su fuerte componente social que llena salas y congresos, algo inimaginable a base de palmeros.
Más que de búsqueda de pareja, creo que hablaba de bailadores amateur de escuela danzando en pista cada fin de semana.
Mara Paz más de lo mismo… estudió Danza española, hasta que una noche fue a Azúcar y vio un mundo diferente al de los tablaos. Monier se graduó en Danza moderna, etc.
Tendría que volver a tomar café con ellos y preguntarles cómo hubiesen enfocado su carrera profesional si los bailes latinos no les hubiesen llamado, y si conocen muchos compañeros de oficio que hayan dejado el baile por falta de oportunidades en su disciplina (danza, ballet, lo que sea…).
Y es que de igual forma que, con sus limitaciones de público, un tablao flamenco se puede llenar de bailadores sociales un fin de semana, creo que a muchos nos parecería marciano ver social de ballet o de danza contemporánea.
Así que se llega al inmenso mundo-salsa, donde las oportunidades de hacer carrera se multiplican, y ahí estamos todos: Los bailadores, los RRPP, y por supuesto, los profesores y artistas.
La parte buena de todo esto, es que muchos de estos últimos que quizás hubiesen visto menos color en su elección original, pueden dedicarse profesionalmente a bailar, que al final es su vocación.
Por supuesto que la salsa también va del barrio, del arrabal (que diría César Rondón), de afrocaribeños usando cajones de pescado como percusión, de lo pasional, de lo callejero… de todo ese componente de protesta y reivindicativo que le aleja del baile de salón.
Pero este relato no va de eso, como tampoco va de si muchos bailadores somos o no capaces de comprender, de valorar gran parte de la técnica de baile de muchos artistas cuando les vemos en el escenario.
Hoy va de lo afortunados que deberíamos sentirnos todos de poder contar de forma habitual, con auténticos artistas formando parte del mundo-SBK (mundo-salsa en mi caso). No digo actuando únicamente porque se quedaría corto, ya que es normal verles en sesiones y congresos, saludarles, y por qué no, bailar con ellos.
Ya dije en este relato de abril del año pasado, que su caché debería ir subiendo, que puede que nos hayan acostumbrado demasiado bien.
Yo en cualquier caso, pienso seguir admirándoles intuyendo, (después de 7 años largos bailando) pero sin saber a ciencia cierta el esfuerzo que hay detrás de muchas de las cosas que hacen.
Dado que creo que los bailes latinos siguen creciendo en popularidad, ya sea por amor al baile o por el componente social, no me queda otra que pensar que el número de artistas que llegarán a ellos en los años venideros será alto.
Es por eso que parece imposible calcular la cantidad de talento que recogerá la salsa proveniente de otras disciplinas de baile, pero así a bote pronto, yo diría que mucha…